Una mirada peruana al Festival de La Habana (José Romero)
Del 1 al 10 de diciembre, José Romero estuvo participando a nombre de la Apreci en el Jurado de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci) del 30 Festival de la Habana. Esta es parte de su crónica del encuentro, publicada en el diario El Peruano. La versión extensa de la misma puede leerse en el reciente número de la revista Godard!
Llegar a este festival es como formar parte de una fiesta, una para la que el pueblo habanero se prepara con la debida anticipación, incluso algunas familias solicitan sus vacaciones precisamente para estas fechas.Sabía ya de antemano que las enormes colas y la algarabía previa a cada función serían la constante durante todos los días, pero si hay algo que nunca dejará de sorprenderme del ciudadano cubano es la devoción con la que acude mayoritariamente a ver películas latinoamericanas. Para ellos, el cine es el termómetro que les indica cómo están las cosas en cada uno de nuestros países, y lo más importante, reconocerse en cada uno de los múltiples rostros de nuestra America Latina.
Porque de eso trata básicamente este Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, y esta trigésima tercera edición no se aleja del espíritu celebratorio de la diversidad cultural que se proclamó allá en 1979.El festival habanero se ha caracterizado durante sus más de tres décadas por exhibir la mayor parte de la producción en nuestro idioma, como lo hacía antes; ahora, ofrece un abanico de las distintas manifestaciones cinematográficas en América Latina.
Actual competencia
Entre los 21 títulos que formaron parte de la competencia principal, la de ficción, no hubo ninguna joya, pero si sumamos lo visto en las otras sección sí que se logra un puñado de cintas logradas (El estudiante, El infierno, Las acacias, Abrir puertas y ventanas, Habanastation, Madre e hija, entre otras), de esas que justifican todo un festival.
La chilena Bonsái se alzó con justicia con el premio de la crítica internacional (Fipresci), pues reflejó con originalidad –y mucha cinefilia– la vida sentimental de un personaje en dos etapas de su vida: juventud y adultez. Cristian Jiménez supo tejer un sentido relato en que la nostalgia por el tiempo perdido está presente y es contrapuesto al tedio de la adultez y todas sus complicaciones inherentes.
Siete días en La Habana era otra de las cintas esperadísimas del festival. Siete directores extranjeros darían su particular punto de vista sobre esta ecléctica ciudad, al estilo de New York, I love you o París, te amo, y como ellas es irregular. Las mejores: Jam Session (de Pablo Trapero, con un estupendo Emir Kusturica) y Miércoles, del palestino Elia Suleiman. Según los productores, lo que se nos mostró no era todavía la versión final, pero con lo visto basta para afirmar que Julio Medem y Gaspar Noé han realizado sus más penosos trabajos hasta el momento. Una lástima, por el director de la ya lejana Vacas.
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