¿El fin justifica los medios? (José Romero)
En nuestro país estamos acostumbrados a la política de dejar pasar errores o faltas porque en general se hizo una buena obra. Lo mismo podría aplicarse al tema de la distribución de películas. No porque se estrene una película en nuestro país tenemos que soportar le cambien el título o la presenten únicamente en su versión doblada. Todo tenemos que soportarlo porque, en fin, se estrenó una cinta de calidad en nuestra cartelera o para que podamos ver el último trabajo de nuestro actor favorito en pantalla grande, como debe ser.
No se trata tampoco de una campaña contra la distribuidora Eurofilms Perú. Sólo estamos en contra de una práctica constante en el marketing que aplica a algunas de sus películas, precisamente las más interesantes para el público cinéfilo y también, lo reconocemos, son las más riesgosas en términos de obtener ganancias.
Y es por ese puñado de cintas que, sin falta, la distribuidora estrena cada año que Eurofilms Perú tiene un bien merecido prestigio. No por nada, siempre logra ubicar varios títulos entre lo mejor del año. En mi lista personal precisamente la número uno les pertenece: Lazos de sangre, y así podría continuar con otras cintas de interés como: Entre hermanos, Rito diabólico, Un novio para 3 esposas y Las aventuras de Ricky. Las tres últimas precisamente distorsionadas en su título original.
No es que pretendamos que estrenen sus películas en su título original, no importando de que idioma se trate o una traducción literal del mismo. Lo adecuado, por así decirlo, en consideración al espectador que paga su entrada es brindarles la película en su título comercial en español o uno con el que haya sido estrenado en la región.
Otro caso, es el de ofrecer películas únicamente en su versión en español. El mercado ha cambiado mucho y el marketing, como vemos, también. Lo que importa al final son los números y ellos dicen que las películas infantiles son las que registran mayores ingresos, porque los niños van en familia y a veces se animan a verla de nuevo. Ahora se producen muchas más cintas de este tipo. Lo malo es que se engloba a cintas que no lo son, como es el caso de Un zoológico en casa.
No estamos en contra de ofrecer cintas dobladas para los pequeños que todavía no leen pero de ahí a no dejar opción de apreciar la obra artística en su presentación original, ya es demasiado. Resulta curioso cómo se han cambiado las cosas, hace veinte años uno tenía que revisar bien el listín para encontrar una sala que ofreciera la película en español; ahora, por ejemplo, si quieres escuchar las voces originales de Matt Damon y Scarlett Johansson no tienes donde.
Claro está que los exhibidores solo persiguen su beneficio económico, lo cual no es malo, pero dejar de lado o ignorar las expectativas de un sector de sus consumidores ya es preocupante. Esta situación no es reciente; sólo que en los últimos tiempos se está volviendo alarmante. Solo imaginemos que si George Lucas hubiera estrenado su trilogía original en este tiempo, mayoritariamente tendríamos versiones dobladas en nuestras salas, y apenas unos cuantos reconocerían la voz de James Earl Jones.
Y volviendo a la realidad, la próxima semana se reestrena nuevamente la saga Star Wars, una cada año como se anuncia. Entonces el 2015 veremos nuestra querida La Guerra de las Galaxias, porque así la conocimos en su momento. Apostaría que sí habrá versiones subtituladas porque todavía habrá un segmento o nicho de público, nostálgico, que sí les interesará económicamente a las exhibidoras. Quizá no podamos augurar lo mismo del resto de la cartelera pero la que tenemos ahora, la de nuestros días, tiene dramáticamente ese rumbo.
Ahora bien, si reducimos al espectador al estatus de consumidor debería respetársele como tal, pues son ellos los que sostienen sus negocios y no merecen verse engañados dentro de una sala al ver un título impreso que no corresponde o por una película que no pertenece al género que sugiere al afiche. Como tampoco es legítimo obligar al espectador a consumir una única versión.
Como tampoco tenemos el hábito del reclamo, lo que sucede frecuentemente se vuelve norma y contra eso es lo que se pronuncia la Apreci. Y por más que el segmento afectado o sacrificado, dado sea el caso, no les sea significativo en el balance general de sus cuentas finales, el espectador debe tener derecho a recibir la información fidedigna y a poder elegir la versión que quiere ver de cada uno de los estrenos de nuestra cartelera.
Creemos que con reorientar, un poco, sus estrategias de marketing podrían satisfacer al público al que, por ejemplo, está destinado Un Papa en apuros y luego el boca-a-boca haría el resto y al final, lo que más les importa, obtendrían mayores ganancias. Poca fe en el producto que se tiene y/o ninguna fe en el espectador de nuestras salas. A gusto del cliente, como le dicen.
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